El encuentro está cruzado por la invasión rusa a Ucrania, lo que llevó a los 30 países de la Alianza Atlántica a denunciar en su comunicado la “crueldad espantosa” de las fuerzas invasoras, que “ha causado un inmenso sufrimiento humano”. Moscú “carga con toda la responsabilidad de esta catástrofe humanitaria”, agregan los jefes de Estado y de Gobierno del bloque.

En consecuencia, dijo a la prensa el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, Ucrania puede contar con su apoyo “todo el tiempo que haga falta”.

Despliegue

En la apertura, Estados Unidos anunció que reforzará su presencia militar en Polonia, Rumania, España, Italia, Reino Unido y Alemania, además de la región báltica.

La administración de Joe Biden “aumentará” los despliegues rotatorios con blindados, aviación, defensa aérea y fuerzas de operaciones especiales “para reforzar la seguridad en el Báltico” y establecerá una base permanente en Polonia.

En Italia, posicionará una batería de defensas antiaéreas, con 65 militares, y aumentará la presencia de cazabombarderos de quinta generación con dos escuadrones de F-35 en Lakenheath en el Reino Unido.

En tanto, en Alemania situará una brigada de artillería de defensa aérea, un batallón de defensa aérea de corto rango y una brigada de ingeniería con unos 625 soldados en total.

Insatisfacción

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dice que el respaldo recibido hasta ahora es “insuficiente”.”Necesitamos sistemas mucho más modernos, artillería moderna”, dijo en una intervención por videoconferencia, en la que añadió que el apoyo económico “no es menos importante que la ayuda en armas”.

“Rusia sigue recibiendo miles de millones cada día y los gasta en la guerra. Nosotros tenemos un déficit multimillonario, no tenemos petróleo ni combustibles para cubrirlo”, explicó Zelenski, quien estimó que su país necesita unos 5.000 millones de dólares por mes para su defensa. Además, el líder ucraniano reclamó más sanciones a Rusia “que paren su capacidad de pagar la guerra”.

Pekín, en la mira

Además de Rusia, la OTAN se declaró en guardia frente a China.

“Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, seguridad y valores”, sostiene el documento.

Ese país “emplea una amplia gama de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su presencia global y proyectar poder, al tiempo que mantiene la opacidad sobre su estrategia, sus intenciones y su acumulación militar”, argumenta la Alianza. El documento también sostiene que China “busca controlar sectores tecnológicos e industriales clave, infraestructura crítica y materiales estratégicos y cadenas de suministro. Utiliza su influencia económica para crear dependencia”. Asimismo, la OTAN acusa asimismo a Pekín de trabajar con Rusia para minar el orden internacional. “La profundización de la asociación estratégica entre la República Popular China y la Federación Rusa y sus intentos de socavar el orden internacional son contrarios a nuestros valores e intereses”, sentencia.