Desde Kiev, en cambio, la retirada fue vista como una gran victoria. “Doy las gracias a los defensores de la región de Odesa que han hecho todo lo posible por liberar un territorio estratégicamente importante”, dijo en Telegram el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, Valeri Zalujni.

Para el primer ministro británico, Boris Johnson, esta retirada muestra que a Rusia “le resultará imposible” doblegar a Ucrania.

Desde los inicios de la ofensiva rusa, la pequeña isla de las Serpientes se convirtió en uno de los símbolos de la resistencia ucraniana después de que un grupo de guardias que la defendía rechazara en un mensaje de radio la orden de rendirse lanzada desde un buque ruso.

También era un objetivo estratégico, situado a unos 50 km de la desembocadura del Danubio, uno de los principales ríos de Europa e importante vía comercial, y a un centenar de kilómetros del puerto ucraniano de Odesa. Kiev proclamó ayer con optimismo que esta última ciudad permanece en su poder, lo que evita la conquista de todo el sur –y la salida al mar– por parte de las fuerzas invasoras.

No obstando, las fuerzas prorrusas se hicieron con el control de la refinería de petróleo de Lisichansk, la más importante de Ucrania, afirmó el embajador de Lugansk, provincia en territorio ucraniano que declaró su independencia con el apoyo de Moscú) en Rusia, Rodión Miroshnik.

“Las fuerzas ucranianas han sido expulsadas tras varios días de tiroteos en el recinto industrial. Sus combatientes han escapado al abandonar los refugios y el equipamiento”, publicó Miroshnik en la red social Telegram.

Esto indica que Rusia ha decidido reforzar su ofensiva en el este de Ucrania, que las fuerzas defensoras no están logrando contener, con miras a una eventual anexión. Según analistas, no hay indicios de que el conflicto armado pueda terminar en el corto plazo.

Comida

En tiempos de paz, Ucrania es uno de los mayores exportadores de granos, pero la invasión rusa destrozó campos de cultivo y bloqueó los puertos, lo que ha suscitado temores a una crisis alimentaria mundial. Los países occidentales acusan al presidente Vladímir Putin de usar esta situación para aumentar la presión contra la comunidad internacional.

Un primer buque de carga con 7.000 toneladas de cereales, escoltado por la marina rusa, zarpó ayer del puerto ucraniano de Berdiansk, ocupado por Rusia, anunciaron las autoridades prorrusas designadas por Moscú.

Evgeny Balitski, el jefe de la administración prorrusa de la región, dijo que la seguridad del barco estaría “garantizada por los buques y patrulleras de la base marítima militar de la Flota del Mar Negro”.

Alianza

El conflicto de Ucrania centró la cumbre de la OTAN, que terminó ayer en Madrid, y en la que los líderes de los países miembros afirmaron que Rusia representa la mayor “amenaza directa” para la seguridad de los aliados.

La Alianza Atlántica invitó oficialmente a formar parte del bloque a Suecia y Finlandia, dos países que decidieron abandonar su tradicional neutralidad militar después de que Rusia invadiera Ucrania.

Asimismo, Estados Unidos anunció fuertes despliegues tanto en países de Europa occidental como oriental, ya sea de efectivos, aviones, buques de guerra y baterías misilísticas.

Putin denunció las “ambiciones imperiales” de la OTAN, que busca, según dijo, afirmar su “hegemonía” con la excusa de Ucrania.

El canciller alemán, Olaf Scholz, tachó ayer estas acusaciones de imperialismo como “ridículas” y recordó que “la OTAN es una alianza defensiva. No es una amenaza para nadie”.