Independiente perdió al mejor jugador de su plantel, Domingo Blanco, que no renovó contrato y se fue libre al Alavés de España. Casi en simultáneo incorporó a Gabriel Hachen en la misma condición. La hinchada de Racing le preparó una despedida emotiva a Nery Domínguez, que culminó su vínculo y emigró a la Universidad de Chile; en ese mismo partido, el último domingo durante la goleada 5-0 a Aldosivi en el Cilindro, empezó a saborear las delicias de Emiliano Vecchio, que llegó libre de Rosario Central.

Como cada 30 de junio, los futbolistas libres concretan salidas o entradas. Pasó y seguirá pasando. Pero este año en particular, como efecto pospandemia, una catarata de nombres circulan en notas periodísticas, whatsapps de dirigentes y entrenadores y deseos de representantes.

No es un fenómeno local, sino internacional. Según un informe de la FIFA, en 2021 el 66,8% de las transferencias se hicieron con futbolistas libres, frente al 62,7% de 2020 y el 64,3% de 2019. En las principales ligas del mundo y en las ligas emergentes como la argentina, la mexicana y la brasileña, los jugadores con el contrato finalizado se convirtieron en la posibilidad de reforzar equipos para afrontar esta temporada, que en algunos casos ya empezó.

El Mundial refuerza esta tendencia: no son pocos los jugadores que participarán con sus selecciones en Qatar que buscan tener rodaje estos seis meses previos. En Argentina, hay dos apellidos que ilustran esa búsqueda: Diego Godín llegó a Vélez proveniente de Atlético Mineiro para no perder el ritmo de competencia de cara a la cita mundialista, en la que será el capitán de la selección de Uruguay. También uruguayo, Luis Suárez busca equipo en distintos países del mundo luego de que se le venciera su vínculo con el Atlético de Madrid. River es una de las opciones más firmes.

Así como podría beneficiarse con ese refuerzo estelar, River también perdió jugadores que supo valorar en esta oleada de vencimientos de contratos: se trata de Fabrizio Angileri (a Europa) y Benjamín Rollheiser (a Estudiantes).

Boca, por ejemplo, ya no tendrá a Cristian Pavón (Atlético Mineiro), Eros Mancuso (Estudiantes) y Eduardo Salvio (Pumas de México). No todos los casos son lo mismo. Pavón dejó de jugar en diciembre porque la dirigencia se enteró de que tenía firmado un precontrato con el club de Minas Gerais. Salvio, en cambio, negoció hasta último momento. Como el Consejo de Fútbol que lidera el vice Juan Román Riquelme pretendía reducirle sustancialmente su ingreso, Salvio optó por trasladarse al fútbol mexicano.

Hace tres días, San Lorenzo oficializó lo que ya se sabía: que iba a prescindir de Ricardo Centurión, Gabriel Rojas, Gino Peruzzi y Alejandro Donatti. Centurión jugó apenas cuatro meses: había firmado en enero por un año, pero con una cláusula que le permitía al club rescindir el contrato ante actos de indisciplina. Eso fue lo que ocurrió. 

Tem fin. Beneficiados por su poderío económico, para los clubes brasileños, ganadores de cuatro de las cinco últimas ediciones de la Copa Libertadores, ese modelo de transferencia ha sido ideal para fortalecerse ante sus pares sudamericanos y atraer atención al contratar estrellas globales en la recta final de sus carreras. 

“Cuando se trata de un jugador libre, los equipos tienden a arriesgar porque no tienen que desprenderse de dinero para hacer la transferencia”, le dijo a AFP Guilherme Momensohn, representante desde hace una década de futbolistas en Brasil.

El crecimiento de ese tipo de fichajes en Brasil puede evidenciarse en los seis brasileños que disputan los octavos de final de la Libertadores: Atlético Mineiro, Athletico Paranaense, Corinthians, Flamengo, Fortaleza y Palmeiras. 

En la temporada 2018-19, antes de la pandemia, el 26,7% de los 112 jugadores fichados por esa media docena de clubes no tenía vínculo con ningún club. En la 2021-22, fueron el 40% de los 75 refuerzos, según datos de Transfermarkt.

En ese lapso llegaron libres mundialistas como Willian, Paulinho, Renato Augusto, Hulk, Godín, el hispanobrasileño Diego Costa y el chileno Mauricio Isla, así como David Luiz y Fernandinho.

“El club consigue un refuerzo, el futbolista logra seguir jugando en una competición que conoce y en un club de alto nivel. Es una combinación que agrada a todo el mundo”, explica Cesar Grafietti, socio de la consultora Convocados, especializada en inversiones en el fútbol.

Para los expertos, ese tipo de veteranos migran o regresan a Brasil porque salieron del mercado de alto nivel en Europa, les ofrecen salarios altos para la media local o incluso mayores que en un negocio club a club y pueden retirarse en clubes con lazos afectivos.

Fernandinho, de 37 años, justificó su regreso al Paranaense, donde empezó su laureada carrera, en “un deseo personal”. “La decisión más sensata fue la de volver a casa”, dijo en su presentación tras acabar su relación con el Manchester City (2013-22). Todas las personas presentes lo aplaudieron.

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