Con una campera negra abrochada hasta el cuello, Bolsonaro reiteró su promesa de luchar contra la inflación de dos dígitos, el aborto, las drogas y defender la “propiedad privada”, blandiendo la amenaza “comunista” en Brasil si pierde los comicios del 2 de octubre.

“¡Mito, mito, mito!”, le corearon centenares de seguidores. Su esposa, Michelle Bolsonaro, rezó el Padrenuestro y afirmó que se trata de una “oración universal”. La mujer fue vivada incluso más que el mandatario.

Acusaciones

Bolsonaro alertó sobre un retorno del “comunismo” e insistió en que sus opositores impusieron una “dictadura” durante la pandemia, en referencia a los gobernadores e intendentes que decretaron cuarentenas como prevención ante el covid-19.

“Ustedes ya sintieron un poquito de dictadura durante la pandemia, con iglesias siendo cerradas, personas que no podían ir a trabajar”, aseguró el mandatario.

Luego, insistió en Twitter: “Hay que estar atento porque los que aman el rojo buscarán usar el verde y amarillo de la bandera, los que defendieron cerrar iglesias dirán que son grandes cristianos, los que apoyan dictaduras socialistas se dirán demócratas”.

En el lugar donde fue atacado el 6 de septiembre de 2018 por Adelio Bispo -un enfermo psiquiátrico que está internado por ser declarado inimputable- y ante miles de personas, varias de las cuales tenían banderas y carteles con la frase “Trump 2024”, Bolsonaro asoció el “zurdaje con la corrupción” y dijo estar dispuesto a “dar la vida por la libertad”.

Mal clima

Por su parte, Lula da Silva debió cancelar el lanzamiento de su campaña en San Pablo por problemas de seguridad, un hecho revelador de la extrema tensión que rodea el proceso.

Los agentes de la Policía Federal (PF) a cargo de la custodia del expresidente de izquierda recomendaron no realizar el primer evento de campaña, previsto por la mañana en una fábrica del barrio paulista de Jurubatuba.

En cambio, sí se realizó una concentración por la tarde en la fábrica de vehículos Volkswagen en São Bernardo do Campo, ciudad del cordón industrial paulista donde Lula trabajó como metalúrgico en los 60 y 70.

En la misma sostuvo que “si hay alguien poseído por el demonio, ese es Bolsonaro”, tras afirmar que es un “creador de mentiras y un negacionista” que “no derramó una lágrima por los huérfanos que ha dejado la pandemia”.

Lula calificó de “genocida” a Bolsonaro y dijo que en Brasil “hay que repartir libros en lugar de armas”, como propone el jefe de Estado.

Intención de voto

Una encuesta publicada ayer por la agencia FSB ubicó primero a Lula da Silva con una intención de voto del 45% contra 34% de Bolsonaro.

El exgobernante sumó 4 puntos más que en la anterior medición de dicha consultora, mientras Bolsonaro mantuvo la suya.

Si ninguno de los candidatos obtuviera el 50% más uno de los votos válidos y positivos el 2 de octubre, se disputaría una segunda vuelta el 30 del mismo mes.

En un eventual balotaje, Lula –de 76 años y que fue dos veces presidente entre 2003 y 2010– sería electo con el 53%, dos puntos más que en el sondeo anterior, contra el 38% del mandatario Bolsonaro, que retrocedió el 1%.

Factor militar

La precampaña ha estado marcada por los constantes cuestionamientos –sin pruebas– de Bolsonaro a la fiabilidad del sistema de voto electrónico en Brasil. Sus críticas han despertado temores de que no reconozca una eventual derrota y de que una parte de las Fuerzas Armadas salga en su defensa y perpetre un golpe de Estado.

Bolsonaro “está intentando debilitar el sistema electoral”, deploró la ONG Human Rights Watch.

Lula da Silva, a su vez, promete restaurar los logros sociales para las clases más vulnerables que caracterizaron sus gobiernos, a la vez que ataca duramente a Bolsonaro por las 680.000 muertes ocurridas en Brasil durante la pandemia.

La principal preocupación de los brasileños, según las encuestas, es la situación económica, marcada en los últimos años por altos niveles de desempleo y una inflación del orden del 12% interanual que le ha restado popularidad a Jair Bolsonaro.