Rusia es el segundo exportador mundial de crudo y, sin ese tope, le resultaría fácil encontrar nuevos compradores al precio del mercado.

El mecanismo prevé que solo se pueda seguir suministrando el petróleo vendido a un precio igual o inferior a 60 dólares el barril y que se prohíba a las empresas radicadas en los países de la UE, del G7 y Australia proveer servicios para el transporte marítimo (comercio, flete, seguros, armadores, etc).

Los países del G7 proporcionan servicios de seguros al 90% de los cargamentos mundiales, y la UE es un actor destacado en el flete marítimo. Se ha previsto una transición (el tope no se aplicará a los pedidos encargados antes del 5 de diciembre) y el 5 de febrero entrará en vigor un cepo adicional para los productos petroleros.

Al imponer un tope de 60 dólares, los occidentales optaron por un nivel de precio muy superior al coste de producción actual del petróleo en Rusia, para incitar a Moscú a seguir bombeando crudo.

“Es necesario que Rusia siga teniendo interés en vender petróleo”, ya que de no ser así, la oferta mundial podría verse afectada y los precios podrían dispararse, explicó un responsable europeo, que no dio crédito a las amenazas del Kremlin de interrumpir su suministro a los países que apliquen el tope. Según él, Rusia intentará mantener sus infraestructuras en buen estado -pues si detiene la producción, estas se deteriorarán-, y salvaguardar la confianza de sus clientes, como China e India.

Y aunque los expertos han expresado su preocupación por este “salto a lo desconocido” y están expectantes por cómo reaccionarán los países de la OPEP+, Bruselas asegura que el tope “contribuirá a estabilizar los mercados” y “beneficiará directamente a las economías emergentes y a los países en desarrollo”, que podrán comprar crudo más barato. Los precios del petróleo ruso rondan actualmente los 65 dólares, por lo que el impacto de la medida a corto plazo podría ser limitado.

El tope será reexaminado a partir de enero cada dos meses, y se podrá modificar en función de cómo evolucionen los precios, pero siempre tendrá que ser al menos un 5% menor al precio medio del mercado. Cualquier revisión deberá contar con el acuerdo de los países del G7, Australia y la UE.

Se ha invitado a todos los países a aplicar la medida del tope. Si no lo hacen, podrán seguir comprando petróleo ruso a un precio superior pero no podrán recurrir a los servicios occidentales para adquirirlo y transportarlo.

“Tenemos señales claras de que un determinado número de economías emergentes, especialmente en Asia, acatarán los principios del tope”, declaró un responsable europeo.

Además, a los clientes de Rusia les resultará muy complicado encontrar alternativas a las empresas europeas encargadas del transporte y la seguridad de los cargueros, consideró.

Los Estados de la UE y del G7 deberán vigilar a las compañías radicadas en su territorio. Y si se descubre que un barco con bandera de un tercer país transporta petróleo ruso a un precio superior al del tope, se prohibirá a los operadores occidentales que se encarguen de su seguridad y financiación durante 90 días. En cambio, Moscú podría crear su propia flota de cargueros, operada y asegurada por empresas rusas, pero “construir de un día para otro un ecosistema marítimo será muy complicado”, estimó Bruselas, que puso en duda que esa solución pueda convencer a los clientes.

Agencia AFP