Los precios británicos de la energía alcanzaron máximos históricos el año pasado, lo que obligó al gobierno a subvencionar los costos de todos los hogares y a conceder ayudas adicionales a los más vulnerables.

Incluso con esta ayuda, “hay muchos hogares que sencillamente no pueden pagar sus facturas energéticas”, dijo el director ejecutivo de Ofgem, Jonathan Brearley, en un acto del Instituto de Gobierno.

El gobierno ha garantizado que mantendrá la factura energética media de los hogares por debajo de 2.500 libras esterlinas (3.089 dólares) al año hasta finales de abril y por debajo de 3.000 libras hasta el 31 de marzo de 2024.

Sin embargo, estos costos siguen siendo unas tres veces superiores a los que se pagaban antes de la pandemia y de que la invasión rusa de Ucrania provocara un aumento récord de los precios en los mercados europeos de la electricidad y el gas.

Brearley afirmó que es poco probable que los precios vuelvan a los niveles prepandémicos, y que la crisis energética desatada tras el envío de tropas por Moscú a Ucrania hace necesarios nuevos planteamientos en el sector energético británico.

El sector británico de las telecomunicaciones ofrece una tarifa social para hogares con bajos ingresos, con un paquete básico de banda ancha financiado por los principales proveedores. El gigante BT dijo el año pasado que el gobierno debe encontrar una solución para que los proveedores dejen de asumir los costos.

En una carta dirigida la semana pasada al ministro de Economía, Jeremy Hunt, casi un centenar de organizaciones de beneficencia y sin ánimo de lucro, como ageUK y grupos de discapacitados, pidieron al gobierno que implante una tarifa energética social.

Por Susanna Twidale, de agencia Reuters