París – Luiz Inácio Lula da Silva abogó por negociaciones de paz sobre Ucrania bajo auspicios chinos y el G7 amenazó a los países que apoyen a Rusia. La brecha se ensancha entre Occidente, que cierra filas con Kiev, y el resto del mundo, más flexible con Moscú.

La última muestra de este distanciamiento fueron las críticas que el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, le hizo el lunes al presidente brasileño, a quien acusó de “repetir como un loro la propaganda rusa y china sin observar para nada los hechos”.

A diferencia de las potencias occidentales, ni China ni Brasil han impuesto sanciones contra Rusia y tratan de posicionarse como mediadores para alcanzar la paz, como demostró la reciente reunión del líder brasileño con su par chino, Xi Jinping, en Pekín.

“No sé cómo ni por qué (Kirby) llegó a esa conclusión, pero no estoy de acuerdo de forma alguna”, reaccionó ayer el canciller brasileño, Mauro Vieira, tras una reunión en Brasilia con su homólogo ruso Serguéi Lavrov.

Desde Abu Dabi, Lula da Silva confirmó el domingo que propuso una mediación conjunta con China y Emiratos Árabes Unidos para poner fin al conflicto en Ucrania, acusó a Kiev y a Moscú de haberlo provocado en igual medida y a Europa y Estados Unidos de incentivarlo.

Junto a su sugerencia de que Ucrania ceda la península de Crimea a Rusia para facilitar el fin de la guerra, eso le “resta credibilidad” como un eventual “mediador responsable”, estima Carlos Malamud, investigador del centro de reflexión español Real Instituto Elcano.

El factor chino

China, que dio a conocer en febrero un documento con 12 puntos con su propuesta para resolver diplomáticamente el conflicto, centra las atenciones internacionales para buscar una solución por su cercanía con Moscú.

Días antes que Lula da Silva, el presidente francés, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se reunieron con Xi Jinping. El primero dijo a su par chino que contaba con él “para hacer entrar en razón” al ruso Vladímir Putin.

Pero “a lo mejor resulta que el presidente Xi no cree que Putin haya perdido la razón sino, al contrario, que tiene razones que comparte con él y con muchos de sus visitantes”, relativizó ayer el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.

Ante el Parlamento Europeo, el excanciller español citó a Lula da Silva, quien “ha cultivado la misma ambigüedad estratégica que China”.

En ese sentido, el portavoz del Servicio para la Acción Externa de la Unión Europea, Peter Stano, rechazó el plan brasileño. “La Unión Europea apoya cualquier iniciativa de paz que detenga esta agresión ilegal de Putin lo antes posible. Pero no olvidemos que Ucrania es la víctima y por lo tanto es Ucrania quien debe definir las condiciones para eventuales negociaciones de paz”, aseguró.

¿Ricos contra pobres?

Cuando la visión occidental sobre las causas y las soluciones para la guerra parece afrontar un mayor cuestionamiento, el grupo G7 de países desarrollados advirtió ayer sobre “severos costos” para quienes ayuden a Rusia en la guerra.

“La división es anterior a la guerra y esta la aceleró. Entre los países en vías de desarrollo, la posición es a menudo de neutralidad o de apoyo a Rusia”, explica Agathe Demarais, responsable de Pronósticos de Economist Intelligence Unit (EIU).

La experta de la sección de análisis del grupo británico The Economist asegura que “las democracias occidentales tienen poco en cuenta este elemento” y subraya que la duda es de qué lado estarán los emergentes ante un fenómeno que se acelerará.

El 23 de febrero, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por aplastante mayoría una resolución que exige la “retirada inmediata” de las tropas rusas de Ucrania para poner fin a la guerra, con 141 votos de países a favor, siete en contra y 32 abstenciones.

Del grupo de países emergentes BRICS, Rusia votó en contra, China, India y Sudáfrica se abstuvieron, y Brasil votó a favor.

Esa votación “no refleja el apoyo global a Rusia”, ya que “aproximadamente un 65% de la población vive en países neutrales o alineados con Rusia”, advirtió a principios de abril la EIU.

En el “resto del mundo” existe “una decepción con Occidente porque no ha cumplido sus promesas. El covid desempeñó un papel fundamental en este sentido”, dijo recientemente el diplomático francés Michel Duclos.

“Nuestro imaginario europeo está bloqueado en Ucrania. Los otros tienen otros sueños, o pesadillas, que son el hambre, el clima, la pobreza y la rivalidad entre China y Estados Unidos”, agregó.

La irrupción de Brasil en este escenario se debe a su histórica voluntad de convertirse en un “actor internacional” y que Lula da Silva recuperó con su regreso al poder, apunta el argentino Malamud.

Pero además, “desde el punto de vista económico”, “no se trata de ‘repetir como un loro’ las palabras de China”, sino que Brasil necesita al gigante asiático como una “palanca de auxilio” en una situación “complicada”, agrega el experto.

Agencia AFP