El canciller alemán Olaf Scholz, quien ha sido más cauteloso que otros líderes occidentales a la hora de respaldar a Ucrania, ha estado bajo una creciente presión para adoptar una línea más firme, incluso desde dentro de la propia coalición gobernante socialdemócrata.
“Alemania no está en contra de una prohibición petrolera a Rusia. Por supuesto que es una carga pesada para soportar, pero estaríamos listos para hacerlo”, dijo a periodistas el ministro de Economía, Robert Habeck, del Partido Verde, antes de las conversaciones con sus colegas de la UE en Bruselas.
“Con el carbón y el petróleo, es posible renunciar a las importaciones rusas ahora”, dijo el ministro de Finanzas, Christian Lindner, del proempresarial FDP, al periódico Die Welt. “No se puede descartar que los precios de los combustibles puedan subir”.
Alemania ya había reducido la participación del petróleo ruso en sus importaciones al 12% desde el 35% antes de que Rusia invadiera Ucrania el 24 de febrero, aunque había dicho anteriormente que necesitaba meses para eliminar el crudo ruso para disminuir el impacto económico en el país.
Las partes orientales de Alemania en particular dependen del combustible de una refinería propiedad de la compañía petrolera estatal rusa Rosneft, a la que llega el oleoducto “Amistad” de la era soviética que recorre miles de kilómetros a los campos petroleros de Siberia.
Desacostumbrar a Europa del gas natural de Rusia probablemente resulte más difícil que encontrar otras fuentes de petróleo.
Rusia ha exigido a los clientes europeos que paguen el gas en rublos como contraparte de las sanciones por la invasión de Ucrania, lo que la UE rechaza.
La semana pasada, Moscú cortó la oferta a Polonia y Bulgaria. Los ministros de la UE se reunieron el lunes para discutir una respuesta conjunta.