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“Estamos esperando incrementar el ancho de banda de los sistemas de los telescopios por cuatro idealmente, lo que significa que podríamos aumentar nuestra capacidad de imagen al doble, y el tipo de imágenes que vimos la semana pasada serían más delicadas y densas, y por lo tanto con mayor detalle“, afirmó el director de ALMA y astrofísico canadiense, Sean Dougherty.

Después de estar seis meses cerrado durante la pandemia, ALMA reanudó sus actividades para volver a observar el cielo y retomar proyectos astronómicos desarrollados a nivel internacional. En tanto, necesita duplicar su sensibilidad a la hora de recrear las imágenes tomadas por sus 66 antenas (54 de 12 metros de diámetro y 12 de siete metros de diámetro), cuyas señales se combinan entre sí para actuar como un megatelescopio.

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“ALMA es único, en el sentido de ser un telescopio muy grande y sensible. Podemos mover nuestras antenas tan cerca como una decena de metros y tan lejos como 16 km. Eso nos da la capacidad de observar un amplio rango de resoluciones, y eso significa detalle“, dijo Dougherty.

Además de la capacidad técnica de sus antenas -construidas en conjunto por el Observatorio Europeo Austral (ESO), la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos (NSF) y los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales de Japón (NINS)- el observatorio se ubica en un lugar único.

“Estar en Chile, en el altiplano a 5.000 metros (sobre el nivel del mar), nos ubica por encima de la mayor parte del agua en la atmósfera. Se suma a ello que el desierto de Atacama es uno de los lugares más secos del mundo. Es así que ALMA es, de lejos, la instalación milimétrica más destacada“, destacó el director del proyecto.

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Las antenas blancas resaltan en la altura de la Cordillera de los Andes, en medio de un paisaje marciano de colores naranjas y ocres que contrastan con el limpio cielo azul, uno de los más claros del mundo para observación astronómica, agregó AFP.

El desierto de Atacama, el más árido del mundo según expertos, ayuda a evitar las distorsiones que genera la humedad en la atmósfera, según explicó Francisco González, supervisor de mantenimiento de las antenas, las cuales esperan a 2023, a diez años de su instalación, para una excepcional revisión individual.

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Para mayor capacidad de observación, las 66 antenas disponen sobre los 5.000 metros de altura casi 200 ubicaciones, por las que se van trasladando en un inmenso transportador de 100 toneladas y 28 ruedas en función de las necesidades de cada estudio mundial que solicita el uso del ALMA, donde trabajan de forma conjunta 22 países.

“Uno se da cuenta que está dejando un legado para las generaciones futuras por el hecho de trabajar acá. Yo soy uno más de los pequeños engranajes que mueven toda esta hermosa maquinaria de ALMA”, contó el operador del transportador, Patricio Saavedra, de 45 años, tras reubicar una de las grandes antenas, concluyó AFP.