“Por muy fuerte que sea esta tormenta, sé que el pueblo británico es más fuerte. Juntos podemos superarla”, lanzó en un breve discurso frente a la célebre puerta del número 10 de Downing Street, donde minutos antes una lluvia torrencial había amenazado con aguar el acto.

Marcó la economía, la salud pública y la crisis energética como sus tres prioridades y aseguró que tomará “acciones esta semana para abordar las facturas de energía”, cuya disparada asfixia a los británicos.

Su flamante gobierno afronta desafíos enormes como una recesión que se avecina, inflación al alza, protestas sociales y huelgas, crisis energética y facturas elevadas, factores agravados por la prolongación de la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia.

El traspaso de mando se produjo por primera vez en la residencia real escocesa de Balmoral, a 1.000 kilómetros de Londres, desde donde Isabel II no pudo viajar por recomendación médica.

Truss, que nombró como ministro de Finanzas al ultraliberal Kwasi Kwarteng anunció para esta misma semana un plan urgente que, según trascendidos de la prensa local, implicaría el congelamiento de las facturas de energía para los hogares durante al menos 18 meses. El mismo, en principio ajeno a su ideología ultraconservadora, supondría subsidios por unos 115.000 millones de dólares.

Las familias británicas deberían harán frente a partir de octubre a un aumento del tope tarifario del 80% en las facturas de gas y luz, en momentos en que muchas empresas e instituciones, incluidos hospitales y escuelas, advirtieron que tendrían que hacer recortes o incluso cerrar ante la imposibilidad de pagar.

El impacto de la crisis hizo que los inversores se deshicieran de la libra esterlina y de los bonos del Estado en las últimas semanas.

Truss también ha prometido desechar los planes para aumentar el impuesto a las grandes empresas y revertir el incremento de la tasa de contribuciones a la seguridad social tanto para trabajadores como para empresarios.

Los bonos del Estado británicos a 30 años sufrieron su mayor caída en un día desde marzo de 2020, cuando la pandemia del covid-19 provocó la agitación en los mercados financieros, ya que los inversores se fijaban en el endeudamiento adicional que probablemente requerirán los planes de Truss.

El costo de los préstamos a 10 años tocó su máximo desde 2011, pero el rendimiento de las notas a dos años caía, y los economistas señalaron que un tope en el precio de la energía detendrá el aumento de la inflación a corto plazo.

Comida

En tanto, el presidente del Gobierno español Pedro Sánchez estudia la aplicación de precios máximos a una canasta de alimentos básicos ante la inflación que sufre el país, de 10,4% interanual

“El acuerdo sobre el control de precios es legal, ya se hizo en Francia, y el Gobierno lo está estudiando”, afirmó ayer la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz.

La funcionaria prevé reunirse con las asociaciones de consumidores y con las distribuidoras para llegar a un acuerdo que establezca una “cesta de la compra básica” con 20 o 30 productos con precios máximos fijados, explicó.

“El presidente -añadió- está volcado en cualquier medida que mejore la vida de la gente, y el principal problema es la inflación”, indicó.

En tanto, los ministros de Energía de la Unión Europea (UE) se reunirán este viernes para debatir la fijación de topes a los precios del gas natural ruso. Este recurso ha dejado de fluir tras el cierre del gasoducto Nord Stream 1, algo que, según Moscú responde a las sanciones occidentales, que impiden el mantenimiento de piezas cruciales y que, según Occidente es una represalia por la sanciones.

El Gobierno de Vladímir Putin dijo que no hay una fecha para el reinicio de los envíos. Es más, ayer también se interrumpió el flujo desde Alemania hacia Polonia a través del gasoducto Yamal-Europa.