
“Britaly”
“Bienvenidos a ‘Britaly’”, tituló ayer el tradicional semanario The Economist, en una referencia a un fenómeno político nuevo y preocupante para el país: la inestabilidad política, que recuerda lo que es crónico en países como Italia.
En la portada, Truss aparece vestida de centurión romano con un casco, una pizza tricolor como escudo y un tenedor que envuelve espaguetis como lanza.
El país está sumido en una grave crisis económica y la inflación alcanzó el 10,1% en septiembre, la más alta en 40 años.
Ante la pretensión conservadora de nombrar otra vez primer ministro tras las caídas sucesivas de Boris Johnson y Truss, el jefe de la oposición, el laborista Keir Starmer, reclamó ayer la celebración inmediata de elecciones.
“Los ‘tories’ no pueden responder a su último descalabro simplemente chasqueando los dedos y modificando a los de arriba sin el consentimiento del pueblo británico. Necesitamos elecciones generales ya”, dijo en un comunicado.
¿Sorpresa?
El anuncio de Truss se conoció apenas momentos después de que su portavoz asegurara que la mandataria no tenía previsto dejar el cargo y que seguía trabajando con el ministro de Finanzas Jeremy Hunt para presentar un nuevo plan económico. Sin embargo, Truss se reunió a media mañana con el diputado que encabeza el poderoso Comité 1922, encargado de la organización interna del Partido Conservador, y por ende, de un posible procedimiento de sucesión.
La primera ministra se enfrentaba a la rebelión entre sus filas y desde el miércoles, más de una decena de diputados conservadores habían pedido su renuncia.
“Liz Truss debe irse lo más pronto posible”, había sentenciado en una tribuna del Daily Telegraph David Frost, quien en su momento le había brindado un fuerte apoyo.
La popularidad de Truss cayó en picada después de que diera un giro radical y abandonara su paquete de medidas económicas, que incluía recortes de impuestos masivos y un colosal subsidio a las facturas energéticas que pagan las familias, dos cuestiones que hicieron temer un descalabro en las cuentas públicas. Esa previsión provocó una severa crisis de confianza en el mercado, con un desplome de las acciones y la libra. El miércoles, Truss sufrió un grave revés con la dimisión de su ministra de Interior, Suella Bravermam. Su renuncia se sumó a la destitución, el 14 de octubre, del entonces ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, autor de programa fallido. Aunque Truss aseguró que era una “luchadora” y no “alguien que abandona”, su cargo pendía de un hilo.
Volver a empezar
Los conservadores decidieron evitar comicios generales y volverán a iniciar un proceso de elección interna para designar al quinto primer ministro desde que los británicos votaron por el Brexit (la salida de la unión Europea) en 2016.
El anterior proceso de selección tuvo lugar en el verano boreal, tras la dimisión de Boris Johnson, acorralado por una serie de escándalos. Varios nombres suenan ya para ello (ver nota aparte).
Entre los candidatos llama la atención el nombre de Boris Johnson, eyectado del poder por otra revuelta interna justo antes de la asunción de Truss.
Según The Times, el gran promotor del “brexit” planea volver a presentarse como candidato de la unidad conservadora.
Johnson “está haciendo encuestas y cree que este es un asunto de interés nacional”, tuiteó el jefe de la redacción política del diario británico, Steven Swinford. Incluso el Daily Telegraph señaló, con la fórmula “lo que se aprende”, la posibilidad de que Johnson se postule para sustituir a Truss en la dirección del partido y del Gobierno.
Ni bien supo de la renuncia de Truss, Johnson interrumpió sus vacaciones en República Dominicana para regresar de inmediato a Londres, según reportó The Sun.