
Los rusos Igor Guirkin y Serguéi Dubinski y el ucraniano Leonid Kharchenko fueron “declarados culpables” de asesinato intencional, mientras que el ruso Oleg Pulatov fue absuelto, según la sentencia dictada por el juez Hendrik Steenhuis.
El tribunal condenó a los tres hombres, juzgados en su ausencia, a cadena perpetua, aunque no está nada claro si algún día llegarán a cumplir la condena. Los cuatro acusados se encuentran en libertad y ninguno de ellos asistió al anuncio de la sentencia, así como al resto de audiencias del juicio, que duró dos años y medio.
Esperablemente, Estados Unidos celebró el fallo como “un paso importante en los esfuerzos en curso para hacer justicia a las 298 personas que perdieron la vida el 17 de julio de 2014”, según dijo el secretario de Estado, Antony Blinken, en un comunicado. El veredicto “refleja el firme compromiso de los Países Bajos de establecer la verdad y buscar la rendición de cuentas en este caso”, agregó.
En respuesta, Rusia denunció que la determinación estuvo motivada por consideraciones políticas.
“El desarrollo y la conclusión del proceso judicial muestran que la sentencia se debió a cuestiones políticas”, criticó el ministerio ruso de Relaciones Exteriores en un comunicado, en el que afirmó que el juicio “tiene todas las posibilidades de convertirse en uno de los más escandalosos de la historia de procesos judiciales”.
“La decisión del tribunal de La Haya es importante”, destacó, por su parte, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. “El castigo de todas las atrocidades rusas, tanto las del pasado como las del presente, resultará inevitable”, añadió.
Historia
El impacto se produjo cuando la nave comercial sobrevolaba el espacio aéreo del Donbás, controlado entonces por separatistas prorrusos y que actualmente representa la zona donde se producen los combates más intensos en la guerra de Ucrania.
Piet Ploeg, presidente de la Fundación MH17, que perdió a su hermano, su cuñada y a un sobrino en el trágico incidente, dijo que esperaba que la sentencia sirviera a los familiares de las víctimas para curar sus heridas.
“No creo que se cierren completamente, pero realmente espero que este día sirva a los familiares para avanzar en sus vidas”, afirmó, en declaraciones en el exterior de la sala de audiencias, sobre una sentencia que puso punto final al largo camino de los familiares para que se hiciera justicia.
Guirkin, Dubinski, Kharchenko y Pulatov formaban parte de las fuerzas separatistas del este de Ucrania, apoyadas por Moscú.
Los jueces consideraron que los tres condenados fueron responsables de haber desplegado misiles BUK desde una base militar en Rusia y de haberlos instalado en el lugar desde donde se lanzaron, aunque no fueron ellos quienes pulsaron el botón.
“Hay numerosas pruebas que nos permiten llegar a esta conclusión”, como “un fragmento en forma de mariposa encontrado en el cuerpo de un miembro de la tripulación”, explicó.
El tribunal rechazó la hipótesis alternativa defendida por el abogado de la defensa de que un caza ucraniano estuvo implicado en el derribo del avión.
Responsabilidades
Los jueces también aseguraron que la autoproclamada república popular de Dónetsk se encontraba entonces “bajo control de la Federación rusa”. Moscú siempre negó cualquier implicación en esta tragedia.
Durante los hechos, Guirkin, de 51 años, era un exespía ruso al que designaron como el ministro de Defensa de la república popular de Dónetsk y estaba en contacto con Moscú para obtener la ayuda del sistema de misiles.
Dubinski, de 60 años, también vinculado a los servicios de inteligencia rusos, era el responsable de los servicios de información militar de los separatistas y supuestamente dio la orden de activar los misiles.
Pulatov y Kharchenko eran sus subordinados y, según la fiscalía, se encargaron de llevar los misiles hacia el lugar de lanzamiento.
Las víctimas procedían de diez países distintos (ninguno de ellos de habla hispana) y entre ellas había 196 holandeses, 43 malasios y 38 australianos.
“Si son culpables, la comunidad internacional debería perseguirlos”, dijo Evert van Zijtveld, que perdió a su hija Frederique, de 19 años, a su hijo Robert-Jan, de 18 años, y a sus suegros.
“No puedo perdonarlos”, añadió en declaraciones antes del anuncio de la sentencia.