
El portavoz de ese ministerio, Ziaulah Hashimi, que tuiteó la misiva, confirmó la orden en declaraciones de prensa.
La prohibición de acceder a la educación superior llega menos de tres meses después de que miles de mujeres se presentaran a los exámenes de acceso a la universidad en todo el país.
Desde el año pasado, las universidades se han visto obligadas a aplicar nuevas normas, incluida la segregación por sexo en las aulas y en la entrada a los centros. Las estudiantes, además, ya solo podían tener como profesores a mujeres u hombres mayores.
Por ende, a la mayoría de las adolescentes de todo el país se les ha prohibido el acceso a la educación secundaria, lo que ha limitado seriamente sus posibilidades de acceder a la universidad.
A su vuelta al poder en agosto de 2021, el grupo fundamentalista prometió mostrarse más flexible, pero en este año han evidenciado que prevalece la interpretación ultra-rigorista del islam de su primera etapa (1996-2001).
Las medidas liberticidas se han multiplicado en los últimos meses, en particular las que afectan a las mujeres, que están siendo apartadas de la vida pública.
En un giro inesperado, el 23 de marzo las autoridades volvieron a cerrar las escuelas secundarias muy poco después de su reapertura, anunciada desde hacía meses.
El jefe supremo de los talibanes, Haibatulá Ajundzadá, intervino en la decisión.
Palabras
Varios responsables gubernamentales declararon que no había suficientes profesores o dinero, pero que las escuelas reabrirían cuando el programa de enseñanza islámica hubiera sido elaborado.
Las empleadas públicas también fueron excluidas de la mayor parte de empleos públicos o se quedaron con salarios miserables a cambio de quedarse en sus casas.
Las mujeres no tienen derecho a viajar sin estar acompañadas de un familiar masculino y deben cubrirse con un burka o un hiyab cuando salen de casa.
En noviembre, los talibanes también les prohibieron el acceso a parques, jardines, salas de deporte y baños públicos.
Las manifestaciones de mujeres contra esas medidas, que generalmente solo reúnen a unas pocas decenas de personas, se han vuelto muy arriesgadas. Numerosas manifestantes han sido arrestadas y los periodistas cada vez sufren más impedimentos para cubrir esas protestas.
Pese a ser excluidas de los centros educativos, en Kabul muchas jóvenes acudieron a principios de diciembre a examinarse al final de sus estudios secundarios, condición necesaria para acceder a la universidad.