La designación contó con la aprobación del equipo de transición y había sido anticipada por el futuro ministro de Defensa de Lula da Silva, el jurista José Mucio Montero.

Que el cambio de mando se produzca antes de la asunción de Lula da Silva fue considerado por la influyente columnista del diario O Globo Miriam Leitão -víctima de torturas durante la dictadura régimen militar- como un acto de desconocimiento de la cúpula del Ejército a la autoridad de Lula como presidente legítimo.

“El cambio de mando antes de la asunción de Lula es ideológico e indebido. Los jefes militares quieren pasar el mensaje de que no aceptan ser conducidos por el presidente elegido por el pueblo brasileño”, escribió Leitão tras conocerse el decreto de Bolsonaro.

El relevo es el primer paso del líder de la izquierda brasileña para adaptar a las Fuerzas Armadas al nuevo esquema de poder, después de cuatro años de politización de los cuarteles, promovida por el mandatario saliente.

Transición

Durante el Gobierno de Bolsonaro pasaron por todo tipo de cargos -incluyendo la vicepresidencia, la jefatura de gabinete e importantes ministerios, así como posiciones menores- unos 6.000 hombres de armas, tanto retirados como en actividad, quienes serán dados de baja a partir del lunes. Esa política del Gobierno saliente buscó reverdecer el poder político de las Fuerzas Armadas, ausente desde la redemocratización en 1985, e implantar el su seno un sesgo bolsonarista que está en el corazón de los reclamos de sectores afines al ultraderechista para que un golpe de Estado impida la asunción del “comunista” Lula da Silva.

Julio César de Arruda será designado mañana jefe interino del Ejército y Lula da Silva debería ratificarlo después de su jura en lugar del comandante saliente, Marco Antonio Freire Gomes.

El decreto fue firmado, además de Bolsonaro, por el ministro de Defensa en funciones, el general retirado Paulo Sérgio Nogueira de Oliveira, con lo que De Arruda dejará de ser el titular del Departamento de Ingeniería y Construcción del Ejército.

El equipo de transición del líder del Partido de los Trabajadores también anunció que reemplazará a los actuales titulares de la Armada y de la Fuerza Aérea, aunque esos recambios se realizarán con seguridad la próxima semana, después de su asunción. Los nuevos jefes serán, respectivamente, el almirante Marcos Olsen y el brigadier Marcelo Damasceno.

En la línea de subordinación de los militares al poder político que busca, el futuro Gobierno pondrá nuevamente a un civil al frente del Ministerio de Defensa, luego de que, por primera vez desde la vuelta de la democracia en 1985, tanto el expresidente Michel Temer (2016-1018) como Bolsonaro colocaron al frente de esa cartera a generales que reivindicaban el golpe de Estado de 1964, que instauró una dictadura de 21 años.

Autoridad

Más allá de lo que pueda interpretarse como cierta rebeldía de un sector del generalato, Lula da Silva vio con buenos ojos el relevo -que fue negociado por ambos sectores-para contar con un interlocutor militar dispuesto a ordenar el desalojo de ese acampe instalado el 30 de octubre frente al Comando del Ejército, en la región oeste de Brasilia, un área federal donde la Policía de Brasilia no tiene permitido actuar.

También hay campamentos de militantes ultraderechistas frente a unidades militares de otros estados. El jefe saliente del Ejército, Freire Gomes, es un partidario de Bolsonaro y se habría negado a ordenar ese desalojo. Asimismo, habría manifestado su intención de dejar el cargo por no estar dispuesto a recibir órdenes de Lula da Silva.

Uno de los activistas que ha participado en los mítines bolsonaristas frente al cuartel brasiliense es George Washington de Oliveira Sousa. Se trata de un empresario del estado de Pará, en la región amazónica, que quedó detenido el sábado imputado por terrorismo debido a su presunta responsabilidad en un fallido atentado con un camión bomba en el Aeropuerto Internacional Juscelino Kubitscheck, de Brasilia.

El ministro entrante de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha, afirmó que Bolsonaro “asumió una postura antidemocrática al incitar a las hordas bolsonaristas a no respetar la Constitución “ ni el resultado de los comicios.

Padilha declaró que “los frentes de los cuarteles donde están los campamentos se transformaron en verdaderas incubadoras de actos terroristas”.