La actual ola de manifestaciones estalló el 7 de diciembre pasado, cuando el Congreso destituyó a Pedro Castillo, horas después de que este anunciara el cierre del Legislativo y el establecimiento de un Gobierno de excepción con supresión de garantías constitucionales, tras varios intentos de los bloques opositores de removerlo de su cargo.

Boluarte ha pedido “una tregua nacional”, pero recibió como respuesta la mayor marcha en Lima hasta ahora, con duros enfrentamientos entre policías y manifestantes que convirtió el casco histórico en lugar de batalla.

Fundamentos

“Nuestro país está siendo desangrado por el pésimo manejo gubernamental y de las fuerzas del orden que lidera la señora Dina Boluarte,”, señala la moción presentada en el Parlamento, según recoge el periódico peruano La República.

“Se asume que tanto la señora Boluarte, como ninguno de los miembros de su gabinete están dispuestos a renunciar, a pesar que nuestro pueblo sigue siendo literal y nefastamente masacrado. No hay otro término que se podría usar”, agrega el texto.

La moción “de vacancia” necesita 66 votos para que sea admitida a trámite y luego debería conseguir 87 votos para que se lleve a cabo la destitución de Boluarte, como ocurrió el pasado 7 de diciembre con Castillo.

Dos menores de edad murieron el miércoles durante los bloqueos de rutas relacionados con las protestas que sacuden al país desde hace 50 días, informó la Defensoría del Pueblo. Uno de ellos falleció en el departamento sureño Cusco, reportó anoche el organismo.

Ese informe elevó a 49 las muertes por la represión –entre ellas un policía– mientras otras diez fallecieron por incidentes de tránsito y hechos vinculados a los piquetes.

Ante la ofensiva, Boluarte se plantó desafiante. “No voy a rendirme ante grupos autoritarios que quieren imponer salidas que no forman parte de nuestro ordenamiento constitucional ni de la tradición democrática”, afirmó el miércoles en una intervención virtual ante el Consejo Permanente de la OEA, en la que abogó por resolver la crisis a través de nuevas elecciones.

Escasez

Desde la mañana del miércoles se multiplicaron escenas de escasez de gas licuado de petróleo –principal combustible para vehículos y uso doméstico en Perú– en Cusco, Arequipa, Tacna y Puno, regiones del sur que son consideradas las más pobres, olvidadas y discriminadas por sus poblaciones de mayoría indígena.

Largas filas de autos en las afueras de estaciones de servicio podían verse en los alrededores de Cusco, joya del turismo internacional. Según el testimonio de varios conductores consultados, la nafta se ha encarecido día a día y en varias zonas indican que el precio del balón de gas ha subido a más del doble.

En la región amazónica de Madre de Dios, fronteriza con Brasil y Bolivia, se registra desabastecimiento de alimentos y combustibles por los bloqueos en la carretera Interoceánica que conecta la costa sur de Perú con ciudades brasileñas.

Por la escasez, los comerciantes de mercados de las ciudades de Juliaca y Puno, a más de 1.350 km al sur de Lima, y escenario de las protestas más violentas que se saldaron con 21 muertos a principios de enero, triplicaron los precios de artículos como la papa y el tomate.

Perú tuvo una inflación anual de 8,46% en 2022, la más alta en 26 años.

Los alimentos no llegan a su destino porque cientos de camiones se encuentran varados en las carreteras de las regiones de Ica y Puno.