
El producto bruto interno (PBI) de China creció solo un 3% el año pasado, uno de sus peores resultados en décadas, lastrado por tres años de restricciones por el covid-19, la crisis de su vasto sector inmobiliario, una represión a la empresa privada y el debilitamiento de la demanda de exportaciones chinas.
Li fijó un objetivo de déficit presupuestario del 3% del PBI, frente al 2,8% del año pasado. “La inflación mundial sigue siendo alta, el crecimiento económico y comercial mundial está perdiendo fuelle, y los intentos externos de reprimir y contener a China se están intensificando”, dijo Li durante su discurso de apertura en el Parlamento, que se prolongará hasta el 13 de marzo.
“En el interior, es preciso consolidar los cimientos de un crecimiento estable, la insuficiencia de la demanda sigue siendo un problema agudo y las expectativas de los inversores privados y las empresas son inestables”, dijo.
El objetivo de este año, en torno al 5%, se sitúa en el extremo inferior de las expectativas. Fuentes políticas habían declarado recientemente a Reuters que podría fijarse una horquilla de hasta el 6%, además la meta es menor a la del año pasado, en torno al 5,5%.
Alfredo Montufar-Helu, director del Centro de China del Conference Board, con sede en Pekín, dijo que fijar un objetivo de crecimiento más alto habría requerido un estímulo masivo y “exacerbado los desequilibrios estructurales que China está tratando de resolver para alcanzar sus objetivos de desarrollo a largo plazo”.
El objetivo más bajo está más al alcance, dijo, y “reconoce que la economía china se enfrentará a importantes escollos este año”.
El planificador estatal chino dijo que su meta es aumentar los ingresos de las rentas bajas e incorporar a más personas al grupo de rentas medias, para lo cual anunció estímulos al consumo, aunque no llegó a ofrecer gastos directo, como reparto de efectivo.
Para impulsar el crecimiento, el Gobierno tiene previsto seguir su línea de gasto en infraestructuras, aumentando la financiación de grandes proyectos con 3.8 billones de yuanes (550.000 millones de dólares) en bonos especiales de los gobiernos locales, frente a los 3.65 billones de yuanes del año pasado.
Li, de 67 años, y un grupo de funcionarios políticos más reformistas se retirarán durante el congreso, dejando paso a los leales al presidente Xi Jinping, que reforzó aún más su control del poder cuando se aseguró un tercer mandato sin precedentes en el Congreso del Partido Comunista de octubre.
Durante la asamblea, se espera que el antiguo jefe del partido en Shanghái, Li Qiang, de 63 años y un aliado de Xi, sea confirmado como primer ministro, encargado de revitalizar la segunda mayor economía del mundo.
El Parlamento también discutirá los planes de Xi para una reorganización “intensiva” y de “amplio alcance” de las entidades estatales y del Partido Comunista, informaron el martes medios de comunicación. Analistas esperan una mayor penetración del Partido Comunista en los organismos estatales.
Li dijo que las fuerzas armadas chinas deberían dedicar más energía al entrenamiento en condiciones de combate y aumentar la preparación para el enfrentamiento.
El presupuesto incluye un aumento del 7,2% en el gasto de defensa este año, un incremento ligeramente mayor que el presupuestado el año pasado, del 7,1%, y de nuevo superior al crecimiento previsto del PBI.
Por octavo año consecutivo, el aumento del presupuesto de Defensa de China se queda por debajo del 10% pero, aun así, suscita el recelo de países con contenciosos territoriales con Pekín.
Es el caso, por ejemplo, de India, con escaramuzas en su frontera disputada en el Himalaya; de Japón por el control de las islas Diaoyu/Senkaku; o de Filipinas por los incidentes regulares por la soberanía de algunas islas en el mar de China Meridional.
Y los países occidentales también se muestran inquietos. Altos responsables estadounidenses acusaron recientemente a China de querer invadir en unos años Taiwán o de disponer de una “flota” de globos militares que espían al mundo entero.
Incluso la OTAN, centrada tradicionalmente en Europa, considera desde el año pasado a la potencia oriental como un “desafío” para sus “intereses”.
China presenta su ejército como puramente “defensivo” y subraya que solo dispone de una base militar en el extranjero, en Yibuti, a diferencia de los cientos que tiene Estados Unidos.
Además, el gasto militar se sitúa en un 2% del PIB nacional, menos que el 3% de la potencia americana.
Las incursiones de aviones militares chinos en la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán casi se duplicaron el año anterior.
“El noreste de Asia es escenario de una carrera armamentística y el refuerzo chino es su motor”, dijo el analista sueco Niklas Swanstrom, director del Instituto de Políticas de Seguridad y Desarrollo de Estocolmo.
Otros países de la región aumentaron sus presupuestos militares para 2023, como Corea del Sur (+4,4%) o India (+13%).
Japón acaba de revisar su doctrina en defensa y pretende doblar su presupuesto militar al 2% del PBI de ahora a 2027.
Según el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI), Estados Unidos es el país con mayor gasto militar, con 801.000 millones de dólares en 2021, según los últimos datos disponibles. Le siguen en este orden China (293.000), India (76.600), Reino Unido (68.400), Rusia (65.900) y Francia (56.600).