Moscú – Vladímir Putin se posicionó ayer como garante de la paz interior en Rusia, al asegurar que evitó un baño de sangre, en su primera declaración pública desde la breve rebelión de Wagner, cuyo jefe, Yevgueni Prigozhin, dijo que fue para salvar al grupo paramilitar y no para tomar el poder.
“Desde el comienzo de los acontecimientos se tomaron medidas siguiendo mis instrucciones directas para evitar un gran derramamiento de sangre”, dijo Putin durante un discurso televisado, y señaló que Occidente y Ucrania, querían “un resultado fratricida”.
Putin añadió que los combatientes de Wagner deben unirse al ejército o irse a Bielorrusia. “Tienen la posibilidad de continuar sirviendo a Rusia con un contrato con el Ministerio de Defensa u otros organismos encargados de hacer cumplir la ley o regresar con su familia y seres queridos- Quien quiera puede ir a Bielorrusia”, dijo Putin.
Después de su alocución, el mandatario ruso se reunió con sus principales funcionarios de seguridad, anunció el Kremlin.
“Vladímir Putin está en una reunión de trabajo” con el fiscal general, Igor Krasnov; el ministro del Interior, Vladímir Kolokóltsev; el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú; el director del FSB (servicio de seguridad), Alexánder Bórtnikov; y el jefe de la guardia nacional, Víktor Zólotov, entre otros, dijo el portavoz presidencial, Dmitri Peskov, citado por la agencia estatal Ria Novosti.
Poco antes, su homólogo estadounidense, Joe Biden, aseguró que los occidentales “no tuvimos nada que ver” con la fallida rebelión del jefe del grupo Wagner.
“Convoqué a nuestros aliados clave en una llamada de Zoom”, declaró Biden a periodistas. “Coincidimos en que teníamos que asegurarnos de no dar a Putin ninguna excusa para culpar de ello a Occidente y a la OTAN”, afirmó. “Dejamos claro que no estábamos involucrados. No tuvimos nada que ver, era un problema dentro del sistema ruso”, añadió.
Putin agradeció a los rusos por su “resiliencia”, su “unidad” y su “patriotismo”, y dijo que “esta solidaridad ciudadana mostró que todo chantaje está llamado al fracaso”. Acusó de nuevo al jefe de Wagner, sin nombrarlo, de haber “traicionado a su país y a su pueblo” y de “mentir” a sus hombres.
Prigozhin negó ayer en un mensaje de audio que quisiera tomar el poder en Rusia y justificó su rebelión abortada porque quería salvar su organización y poner en evidencia los “graves problemas de seguridad” en el país.
Por su parte las autoridades rusas hicieron todo lo posible durante la jornada del lunes para dar una imagen de normalidad a pesar del duro golpe que el intento de rebelión supone para la imagen de Putin, en plena contraofensiva en Ucrania.
Mensaje
La rebelión de Prigozhin, un multimillonario otrora aliado de Putin, duró 24 horas y terminó el sábado. En su primer mensaje de audio publicado desde que pusiera fin a su subversión, Prigozhin no reveló su paradero. Según un acuerdo alcanzado el sábado con el Kremlin con mediación del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, el líder de Wagner debería exiliarse a Bielorrusia.
“El objetivo de la marcha era no permitir la destrucción del grupo Wagner y responsabilizar a aquellos que con sus acciones poco profesionales cometieron un número considerable de errores durante la operación militar especial” en Ucrania, dijo en la alocución de 11 minutos.
Según él, la marcha de sus hombres hacia Moscú “ha evidenciado graves problemas de seguridad en el país” porque pudieron apoderarse sin mucha resistencia del cuartel general del ejército en la ciudad de Rostov, así como de varias instalaciones militares, recorriendo 780 kilómetros antes de detenerse “a poco más de 200 km de Moscú”.
Si las fuerzas de Wagner no avanzaron más fue, según Prigozhin, para no “derramar sangre rusa”. También dijo que no quería “derrocar el poder” y que tenía el apoyo de los civiles que se cruzó durante la marcha.
El presidente ruso apareció el lunes por primera vez desde el final de la revuelta en un video en el que se dirigía a un foro dedicado a la juventud y la industria, sin mencionar los hechos.
Según el Kremlin, Putin también se reunió con el presidente iraní, Ebrahim Raisi, y el emir de Catar, el jeque Tamim bin Hamad Al-Thani, quienes mostraron su “apoyo” al líder ruso después de la rebelión armada.