En la tradicional entrega de El economista del mes en esta oportunidad el análisis de la coyuntura económica y las perspectivas para el próximo año estuvo a cargo del director de Macroview, Pablo Goldin, quien pone reparos en la resolución del embrollo de las Leliqs, destaca lo que deberá atravesar el sector externo en 2025, y advierte que dos años recesivos sería insoportable.

Evaluó además los resultados alcanzados y la tarea pendiente. No le inquieta demasiado el nivel del tipo de cambio real y es cauto con la negociación con el FMI. Veamos cómo ve la gestión económica y lo que vendrá.

Periodista: Los aparentes éxitos o buenos resultados alcanzados, hasta ahora, en materia económica por el Gobierno de Javier Milei, ¿qué tan sostenibles son, y de qué depende su mantenimiento o consolidación?

Pablo Goldin: El logro “número cero” del Gobierno fue evitar que la crisis económica heredada se espiralizara. Tres cosas podrían haber pasado en el arranque no pasaron: ni la brecha cambiaria subió (al revés, bajó), ni el inevitable fogonazo inflacionario del verano se desmadró ni la calle se descontroló. El logro número uno fue conseguir superávit fiscal desde enero, mantenerlo y cerrar la canilla de emisión de pesos del Banco Central (BCRA) al Tesoro. Fue un “vale todo” muy eficaz: licuación, 17,5% de impuesto PAÍS, corte de obra pública, cuasi eliminación de transferencias discrecionales a provincias, pago con bonos a generadoras energéticas, reposición de Ganancias a personas, vetar suba de jubilaciones y más presupuesto universitario, etc. El logro número dos es estar corrigiendo precios relativos que estaban completamente distorsionados: todavía falta, la corrección tarifaria ahora está en pausa, pero hay avances. El logro número tres es estar eludiendo una recesión larga: la contracción es fuerte (especialmente en industria, construcción y comercio) pero asoma un rebote, incompleto, frágil, pero rebote al fin. Dos años seguidos en recesión sería “insoportable”. Igual, a la actividad hay que seguirla de cerca porque no está claro el empalme.

Periodista: ¿Si tuviera que destacar uno o dos puntos débiles del “programa” económico cuáles serían y por qué?

Goldin: Creo que el principal punto débil es no prestar suficiente atención al problema que hay en el sector externo. Resumidamente, un BCRA que está con reservas prestadas (netas negativas), pagos de deuda pública externa a financiar por u$s19.000 millones y paradójicamente un régimen cambiario y un cepo que no priorizan acumular reservas; es un régimen que prefiere brecha baja a reservas positivas. Porque dispone que 20% de la exportación se venda en el mercado “libre”, y eso baja la brecha pero dificulta recomponer reservas (más si la importación se empieza a reanimar por el rebote económico). No recomponer reservas haría más duro el pago de la deuda externa 2025 que no se financie. La coyuntura es muy positiva blanqueo de por medio (brecha baja, riesgo país en franco descenso y el BCRA comprando de nuevo dólares). El largo plazo también lo es (dentro de unos años Vaca Muerta y Minería harán saltar la exportación). Pero entre la coyuntura y el largo plazo positivos, hay que atravesar un sector externo 2025 complejo. No es un problemón insorteable, pero no hay que subestimarlo.

Periodista: ¿Para usted ya está resuelto el entuerto de las Leliq, cómo evalúa el desarme de ese embrollo monetario y cómo quedó el balance del BCRA?

Goldin: Para el Gobierno, resolver el tema Leliq era súper prioritario ¿Qué hizo? Lo “resolvió” mitad licuándolo y mitad endosándole esta deuda del BCRA al Tesoro. Limpió el pasivo del BCRA y ensució el del Tesoro. La deuda consolidada del sector público (la macroeconómicamente relevante) no cambió. El BCRA “pagaba” los intereses de esta deuda con más Leliq. El Tesoro los capitaliza y suma deuda. Es lo mismo ¿Tiene ahora el BCRA las manos más libres para hacer política monetaria? No necesariamente. En síntesis, si había un problema con las LELIQ del BCRA ahora se llama Lecap/Lefi del Tesoro.

Periodista: ¿Cuáles son las variables, hechos o temas que considera relevantes y determinantes para la performance del 2025 a nivel local?

Goldin: El que viene es año electoral. Eso siempre pesa. Cómo salga la elección de medio término determinará si la segunda mitad de mandato de este gobierno será “aguantar” o avanzar a paso firme a la reelección. Desde que se cayó en estanflación (2012), los oficialismos ganaron solamente una de seis elecciones (Cambiemos la legislativa 2017). Los resultados económicos fueron permanentemente mediocres o malos y condenaron a los oficialismos (la economía no es lo único que determina el voto, pero…). Si 2024 es el año del ajuste, 2025 debería ser para el oficialismo “el año de los resultados”. Una inflación al 3% mensual y un rebote del PBI que hay que medirlo con el VAR pueden ser considerados “éxito” con cabeza 2024. Con cabeza económica y electoral 2025, la inflación tendría que bajar más y sostenerse baja y en simultáneo haber reactivación. Pero no será sencillo obtener las dos cosas a la vez: una reactivación fuerte tal vez le ponga piso alto a la inflación; y una caída fuerte de la inflación puede ponerle techo bajo a la reactivación. Política y resultados serán el año que viene un combo crucial. Más el desmalezamiento del sector externo que impondrá la realidad (qué hacer con el cepo, el régimen cambiario y el nivel del dólar).

Periodista: ¿En el tema cambiario, qué tan preocupado está por el nivel del tipo de cambio oficial? ¿Cómo cree que lo seguirá manejando el Gobierno?

Goldin: Estar con el dólar oficial en $1.000 no luce un atraso cambiario grosero. Tampoco le sobra. Para tomar sentido de ubicación, antes de la unificación cambiaria de diciembre 2015 el dólar oficial estaba en $750 de hoy. Y antes del salto cambiario de abril 2018, llegó a estar a $800 de hoy. O sea, por la historia reciente $1.000 no es recontra bajo ni preanuncia una devaluación inminente. Pero es cierto que la economía no está todavía macroeconómicamente madura ni organizacionalmente reformada para funcionar cómoda con un dólar tirando a “bajo”. Hacia delante, hay que testear: la convergencia de la inflación a la tablita mensual de devaluación, la fuerza con que rebote la importación a medida que se reanime la actividad y por supuesto los precios internacionales, si llueve lo suficiente y el real en Brasil.

Periodista: ¿Cómo imagina será el marco de la nueva negociación con el FMI? ¿Qué pedirá el Fondo a diferencia de los últimos acuerdos y qué puede llegar a ofrecer?

Goldin: Ninguna de las partes muestra ansiedad en negociar un nuevo acuerdo. Primero, porque esperan por el próximo presidente de EEUU. Segundo, porque en 2025 Argentina tiene que pagarle poco al Fondo: solo intereses poru$s2.600 millones en cuatro pagos trimestrales. El FMI está dispuesto a firmar un programa 2025-2027 por el equivalente al capital que vence. Va a estar en discusión si también entran los intereses del trienio. Fondos frescos es un capítulo que está verde. El principal escollo de la negociación será seguramente la política cambiaria. A priori, el FMI no comulga con un régimen que no prioriza acumular reservas y que mantiene un dólar financiero y una brecha artificialmente bajas. Tampoco simpatiza con las “tablitas” de devaluación del tipo de cambio oficial. El acuerdo vendrá; queda por ver cuándo, por cuánto y con qué política cambiaria.