Los activistas de la Flotilla Global Sumud aterrizaron en Estambul en un avión de Turkish Airlines y fueron recibidos por un comité de la Plataforma de Apoyo a Palestina, donde pasarán controles médicos antes de declarar sobre las condiciones de su detención en Israel. Entre los deportados hay ciudadanos de Turquía, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, Argelia, Marruecos, Italia, Kuwait, Libia, Malasia, Mauritania, Suiza, Túnez y Jordania.

Los participantes denunciaron haber permanecido con las manos atadas, privados de alimentos y agua durante entre 36 y 40 horas, e incluso recurrieron a beber agua de los baños ante la falta de líquidos. La activista sueca Greta Thunberg habría sufrido golpes y trato degradante. A su llegada, los activistas se quitaron los uniformes que les obligaron a usar en Israel y corearon consignas como “Palestina libre”.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, afirmó que Turquía trabaja para repatriar a todos los activistas y está movilizando recursos diplomáticos para detener lo que calificó como un “genocidio” en Gaza. Erdogan destacó que mantiene contacto con el presidente estadounidense, Donald Trump, y aseguró que el objetivo es lograr paz y seguridad para los palestinos.

Intervención israelí y situación de los detenidos, entre los cuales hay argentinos

Los barcos de la flotilla fueron interceptados a unas 70 millas náuticas de la costa de Gaza por la Armada israelí, que justificó la operación alegando que las embarcaciones se dirigían hacia “una zona de combate activa”. Israel trasladó a alrededor de 450 activistas a la prisión de Saharonim, donde permanecieron en condiciones que los propios participantes calificaron de precarias y abusivas.

El equipo jurídico de la flotilla informó haber podido reunirse con 80 de los más de 400 detenidos en audiencias celebradas sin previo aviso, lo que impidió la asistencia de la ONG Adalah, encargada de la defensa. Según la organización, cientos de miembros de la flotilla permanecen retenidos en la prisión de Ktziot mientras continúan las vistas judiciales.

Entre los detenidos se encuentran al menos dos argentinos: la legisladora porteña Celeste Fierro y el diputado cordobés Ezequiel Peressini, quienes denunciaron un amedrentamiento agresivo por parte de la armada israelí y bloqueos a las comunicaciones. Otros argentinos que participaron en la flotilla son Carlos Bértola, militante del movimiento Nuestra Patria; el capitán Jorge González; el fotógrafo Nicolás Marín; y el diputado Juan Carlos Giordano, quien tuvo que regresar a la Argentina por problemas de salud.

Protestas y movilización internacional

El arribo de los activistas coincide con protestas masivas en más de 70 ciudades españolas. En Madrid, la manifestación recorrió desde Atocha hasta Callao y, según los organizadores, reunió a 400.000 personas, mientras que la Delegación del Gobierno reportó 92.000. Los manifestantes denunciaron el genocidio en Gaza y reclamaron el fin del comercio de armas con Israel, con consignas como “Me duele Gaza”, “Stop genocidio” y “Palestina libre”. Entre los participantes estuvieron la ministra de Sanidad, Mónica García, y líderes de Podemos y Sumar, que exigieron al Gobierno español una postura más firme ante la situación en Palestina.

En Barcelona, unas 70.000 personas se concentraron para exigir el fin del conflicto y la liberación de los miembros de la flotilla, incluyendo a la exalcaldesa Ada Colau, la presidenta del grupo parlamentario de la CUP, Pilar Castillejo, y el concejal de ERC Jordi Coronas, retenido en Israel. La marcha contó con el respaldo de personalidades como Josep Guardiola, Jordi Évole, Eduard Fernández y Lluís Llach, quienes difundieron mensajes de apoyo en redes sociales.

Otras ciudades españolas, como Pamplona, Vigo, O Grove, Sevilla, Málaga, Murcia, Valladolid, Valencia y Santander, también registraron manifestaciones y concentraciones en solidaridad con la población palestina y en protesta por la guerra en Gaza. En Santander, por ejemplo, ciudadanos formaron una cadena humana alrededor del Hospital de Valdecilla para expresar apoyo simbólico a la franja.