La escena parece tomada de una de esas comedias protagonizadas por Suar. En una reunión del Comité Ejecutivo de la AFA el presidente Julio Grondona propone que se vote la propuesta de habilitar los gerenciamientos de los clubes de fútbol. Hay más de cuarenta dirigentes, pero el único que alza la mano a favor de la iniciativa es el tipo que la presentó. Mauricio Macri, por entonces presidente de Boca, se queda inmóvil, con el bracito levantado y un gesto de incredulidad. Quedó solo. El auditorio lo mira con sonrisa socarrona.
Pasaron veinticinco años de aquel episodio en el que el fútbol se opuso de manera categórica a la irrupción de las sociedades anónimas en los clubes. Pero como si se tratara de una secuela de aquella comedia, el protagonista volvió para hacer de las suyas. El polémico DNU que esta semana lanzó el presidente Javier Milei le da cabida a aquel viejo anhelo de Macri: permite que un club se transforme en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD). El mundo del fútbol, desde distintos ámbitos, volvió a rechazar la iniciativa. Otra vez dejaron a Mauricio con la manito levantada.
Banderas en mi corazón. La final que River le ganó a Central el viernes fue el primer escenario público que tuvo la AFA después del decretazo presidencial. Y lo aprovechó. Los dos equipos posaron para las fotos con carteles con una leyenda en rechazo del DNU: “El fútbol no tiene necesidades ni urgencias”. Se trató, ni más ni menos, que una manera de refrendar la votación de hace un mes, cuando los dirigentes decidieron por unanimidad no darles cabida a las sociedades anónimas en los clubes.
“El DNU está justificado con que estas medidas se toman a raíz de la crisis económica y fiscal, por eso plantear que el fútbol está en una situación de necesidad y urgencia es un absurdo. Lo de las SAD lo metieron en el medio para darle el gusto a Macri que quiere seguir haciendo negocios con el fútbol, pero con mayor envergadura”, explica Sergio Smietniansky, abogado e integrante de la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol. Y agrega: “Para que modifiquen sus estatutos a los clubes les dan un año de plazo, ¿pero no era de necesidad y urgencia? Otro absurdo”.
“Acá se juntan el viejo anhelo de Macri de privatizar los clubes, que ya lleva 25 años, con un ataque político del Gobierno a las autoridades de la AFA, un cóctel que los llevó a cometer este exabrupto legal que no es otra cosa que un ataque a la institucionalidad de la Asociación del Fútbol Argentino y las entidades que la integran”, analiza César Francis, miembro del Foro Social del Deporte y candidato presidencial de San Lorenzo.
Paso a paso. Si el mega-DNU de Milei-Macri no es derogado en el Congreso y se publica en el Boletín Oficial, la AFA y los clubes van a tener la obligación de acatar lo que propone. Y tienen un año de plazo para modificar los estatutos. Bajo las banderas de la libertad y con el argumento de liberar todo tipo de restricciones, los clubes deberán acceder a modificar el modelo de gestión. El decreto establece que serán necesarias las dos terceras partes de los votos de sus socios para poder inscribirse como una SAD.
De todos modos, la mayoría de los estatutos actuales prohíbe expresamente la posibilidad de que se conviertan en sociedades anónimas. Los socios, a través de sus representantes, ya se expidieron. La AFA también. Y el Gobierno no cede. Está claro que las diferencias se van a resolver en la Justicia, bajo la atenta mirada de la FIFA, que sanciona o desafilia a las federaciones que llevan sus conflictos legales a la justicia ordinaria.
“Vamos a tener que dar una batalla similar a la que dimos a finales de los 90 con la llamada Ley Granillo Ocampo. Habrá que resistir desde la AFA, desde la dirigencia de los clubes y desde los socios”, describe Francis. Las cartas están echadas. El mundo de fútbol se opone a un viejo sueño de Macri que ahora impulsó desde el Gobierno. Vienen tiempos de incertidumbre para ver quién se queda con la pelota.