La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, afirmó que China necesita “reinventarse” con políticas económicas para acelerar la resolución de su crisis del mercado inmobiliario e impulsar el consumo interno y la productividad.

China se enfrenta a una encrucijada: confiar en las políticas que han funcionado en el pasado o reinventarse para una nueva era de crecimiento de alta calidad”, dijo este domingo ante altos funcionarios chinos y ejecutivos de empresas mundiales que participaron de la inauguración del Foro de Desarrollo de China.

Un análisis del FMI mostró que una combinación de políticas más centrada en el consumidor podría añadir, en los próximos 15 años, 3,5 billones de dólares a la economía china, que espera crecer un 5% este año.

Para lograrlo, China tendría que tomar medidas “decisivas” para terminar las viviendas inacabadas por promotores en quiebra y reducir los riesgos de la deuda de los gobiernos locales, dijo la jefa del organismo. “Una característica clave de un crecimiento de alta calidad tendrá que ser una mayor dependencia del consumo interno”, afirmó Georgieva. “Hacerlo depende de impulsar el poder adquisitivo de los individuos y las familias”, abundó.

Los flujos de inversión extranjera en China se redujeron casi un 20% en los dos primeros meses del año, según datos publicados el viernes, y las autoridades han intensificado sus esfuerzos para atraer a los inversores en un momento en el que muchas empresas buscan “eliminar riesgos” en sus cadenas de suministro y operaciones fuera del gigante asiático.

En enero, China cumplió cuatro meses consecutivos de deflación, demorándose así la recuperación del consumo, clave para que se mantenga un buen nivel de importaciones para abastecer el mercado interno. En febrero, motivada por el impulso de las vacaciones, la inflación subió 0,7%, pero los expertos estiman que el fenómeno fue netamente estacional.

La deflación plantea riesgos a largo plazo para la economía porque lleva a los consumidores a retrasar las compras a la espera de una mayor caída del precio. Esto debilita la demanda y fuerza a las empresas a recortar la producción, congelar contrataciones o incluso despedir a los trabajadores.

Países exportadores netos de materia prima, como el Uruguay, ven seriamente afectadas sus colocaciones en China si la demanda de sus empresas disminuye. Por el contrario, con políticas que estimulen el consumo interno, la situación se revierte.

En el último año, con una reactivación económica demorada en la potencia, las exportaciones a China fueron de 2.533 millones de dólares (el 22% del total). En 2022 (año récord para las colocaciones uruguayas en el exterior) fueron de 3.675 millones de dólares (el 28% del total).