Boca empieza a reponerse de sus propios tropiezos. A veces son tropiezos grandes, grotescos, como la derrota contra Unión en Santa Fe, y otras veces son tropiezos momentáneos, como el de ayer contra San Lorenzo. ¿Por qué? Porque lo que parecía un suplicio en el inicio del partido, terminó en fiesta al final. El equipo de Diego Martínez lo dio vuelta y quedó ahí, en el lote expectante para clasificar a los playoffs de la Copa de la Liga.
Este San Lorenzo opaco, que había arrancado esta copa con murmullos y cuestionamientos al técnico que hace poquito levantaba elogios unánimes, empezó el partido valiéndose de la larga historia que lo une –o separa– con Boca: a los cinco minutos, tras un doble error de Lema, el árbitro Arasa cobró penal. Apenas cinco minutos: Bareiro se paró frente al joven Brey y se la picó. Como Panenka. Como el Loco Abreu. Como tantos que, en una situación difícil, desafían a la teoría del miedo escénico.
Para Boca todo había empezado mal. No solo porque no podía penetrar a la defensa visitante, no solo porque había cometido errores no forzados, no solo porque estaba perdiendo. También porque al rato, Lucas Blondel sufrió una grave lesión en la rodilla (rotura de ligamentos) que lo sacó del partido.
Sin embargo, Boca encontró la manera de avanzar y complicar al Ciclón, hasta que a los 42 minutos logró lo que tanto había merecido: Equi Fernández, Zenón y Medina se juntaron a jugar al futsal, y Cavani estuvo ahí para convertir. Tercer partido consecutivo en el que hace goles como local (contra Belgrano y Racing). El “uruguayo, uruguayo”, que en la Bombonera remite indefectiblemente al Manteca Martínez, tiene su reversión en Cavani, ya alejado de aquella mufa inicial.
Lo extraño fue que Cavani salió reemplazado por Merentiel en el entretiempo. ¿Lesión? ¿Resguardo para la Sudamericana? Ya lo sabremos. Lo cierto es que el segundo tiempo estuvo picado –con broncas entre técnicos y jugadores–, con más lesiones (Bareiro pidió el cambio) y con un partido que se terminó definiendo en el final: otra vez Zenón la diseñó, y otra vez un uruguayo la definió.