Tantas veces se escribió sobre esto: que el fútbol argentino iba camino a replicar la hegemonía que en España tienen Real Madrid y Barcelona o, un poco más cerca, que repetiría el modelo uruguayo históricamente protagonizado por Nacional y Peñarol. Dos grandes, dos superpoderosos, y después el resto. Y de a poco, ese anuncio o esa alerta se hace efectiva, adquiere su forma: aunque existan excepciones muy a menudo viene sucediendo eso. No es algo lineal, probablemente nunca lo sea, pero sí una realidad incontrastable. La novedad es que, ahora, o mejor dicho desde el año próximo, la enorme diferencia económica y deportiva que existe entre River y Boca y los demás clubes se multiplicará.
La razón se difundió el martes, cuando los goles de Miguel Borja le aseguraron al club de Núñez la clasificación al Mundial de Clubes 2025, el nuevo invento de la FIFA para hacer medir a los equipos de todos los continentes, derramar millones de dólares sobre los clubes, pero especialmente diseñado y apurado para posicionar a Estados Unidos antes del Mundial 2026, que ese país organizará junto a México y Canadá.
Con esos dos goles del colombiano, River avanzó a los octavos de la Copa y se aseguró que le ingresen entre 40 y 50 millones de dólares. Solo por participar en el Mundial que se disputará entre el 15 de junio y el 13 de julio de 2025, con un formato de 32 equipos, recibirá ese monto.
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Es decir: River, que tuvo un superávit de 52 millones de dólares en su último balance, que recibe todos los meses el aporte de 350 mil socios activos, que reconstruyó su estadio hasta convertirlo en el más grande de América del Sur, ahora cobrará casi 50 millones solo por jugar ese torneo. Si la diferencia de jerarquía ya se percibe en cada partido, esa participación la agudizará. Y a partir de 2025, todo será más asimétrico.
Para colmo, el otro equipo argentino que está posicionado para clasificar a ese certamen mundial es Boca, el otro poderoso del país. Es cierto, se deben dar una serie de resultados para que el Xeneize se clasifique, pero todos parecen plausibles.
Sin contar a los últimos tres campeones de la Libertadores, ya clasificados por haber levantado la Copa, Boca se encuentra en la segunda posición del ranking Conmebol, que da acceso al Mundial: tiene 71 puntos y solo se encuentra detrás de River. El problema es que en ese ranking se suman puntos a través de la Libertadores, y Boca no la juega este año. En principio, los dos equipos que representan el mayor peligro para las aspiraciones xeneizes son Nacional de Uruguay y Talleres de Córdoba. Los uruguayos podrían pasarlo si llegan a las semifinales de la Libertadores (a la que no llegan desde 2009) y los cordobeses, si avanzan hasta la final, algo que nunca sucedió.
La clasificación al Mundial de Clubes podría inyectarle más millones a Boca, un club acostumbrado al superávit: de acuerdo al último balance, el saldo positivo fue de 14 millones de dólares. Buena parte de ese estado económico se debe a las 327 mil personas que pagan su cuota social todos los meses.
Las distancias entre River y Boca y el resto también se debe a que sus históricos perseguidores se cayeron. Racing, ordenado en la última década, no termina de concretar todo lo que promete en lo deportivo. Y San Lorenzo e Independiente viven hace tiempo entre penurias económicas que inciden directamente en la formación de sus planteles. San Lorenzo podría dejarlo afuera de este Mundial solo si gana la Copa, algo que, a pesar de la ilusión que genera el triunfo ante Liverpool, parece improbable.