Aunque esté a más de 12 mil kilómetros de distancia, Pep Guardiola tuvo un rol protagónico anoche en el Monumental. Usted puede pensar que esto que está leyendo es una estupidez, una teoría barata, pero la jugada que definió –o que marcó el rumbo del partido– fue casi una evidencia científica. Pep marcó este tiempo por la innegociable salida desde abajo, la prohibición de sacarse la pelota de encima. Construyó una escuela futbolística, que tiene otros referentes a lo largo de la historia, pero el catalán supo actualizar la doctrina.

El problema es que esa doctrina genera cada vez más daños colaterales. No es que estemos en desacuerdo con esa premisa, pero hay un problema evidente de adaptación a las realidades particulares de cada equipo: el Barcelona o el Manchester City pueden hacerlo porque tienen los jugadores y los recursos para hacerlo. ¿Todos tienen las herramientas para copiar al Barça o al City? La respuesta es no. Y el primer gol de River, como sucede cada fin de semana en las distintas ligas del mundo, lo demuestra: Losada se la dio a Troilo en un saque de arco, el defensor dejó corto un pase que anticipó Solari y que derivó en el primero del partido, con un lindo gol del Diablito Echeverri. Gol de River, fabricado a partir de un error no forzado de Belgrano de Córdoba. El técnico Juan Cruz Real tiene algo para revisar ahí.

Porque después de ese gol, el partido se rompió. Fue un punto de inflexión para los cordobeses, que nunca estuvieron cerca de empatarlo, más allá de que en el segundo tiempo protagonizaron algún avance sin demasiado peligro.

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River siempre estuvo arriba en el marcador y en el desarrollo del juego. Pero la diferencia mínima generaba cierto temor en un Monumental, lleno como siempre, que esta vez ni siquiera murmuró cuando se nombró a Demichelis. El técnico, después del mal trago en la primera fecha contra Central Córdoba, volvió a sonreír con un equipo sólido en todas sus líneas, más allá de algún desajuste en el funcionamiento. El gol de Colidio, a los 35 del segundo tiempo, y el de Solari, a los 40, decoraron una actuación que revalida la jerarquía individual y colectiva de River, y la diferencia que mantiene con la mayoría de sus rivales domésticos. Van apenas dos fechas y se trata de fútbol, la dinámica de lo impensado, pero ya hay elementos como para colocar al Millonario en la posición de candidato a ganar esta Liga Profesional.